Los viñedos que rodean la bodega Señorío de Barahonda en Yecla nos reciben con esa belleza y ese encanto melancólico de finales de temporada. Allí, entre la calma de las vides, estaba Alejandro Ibáñez, chef de Barahonda. Sentados en este paraje, iniciamos nuestra entrevista para descubrir el restaurante, integrado en la bodega, y al propio chef que nos habló de sus raíces, su camino hacia la cocina y del vino que actúa como hilo conductor de una experiencia que une paisaje, tradición y modernidad.
Un camino inesperado hacia la cocina
Aunque sus raíces están en Yecla, sus primeros pasos profesionales lo llevaron por un camino completamente distinto: “Yo siempre había tenido la vocación de ser cocinero, pero no lo sabía. Estudiaba ingeniería civil en San Vicente del Raspeig, pero al tercer año me di cuenta de que no era lo mío. Llegué a casa y le dije a mi madre que quería estudiar cocina. Ella simplemente me contestó: ‘Entonces, vete a estudiarla’”, nos cuenta Alejandro. Ese cambio de rumbo lo llevó a Valencia, donde se formó en la Escuela del Mediterráneo y comenzó una carrera que lo llevaría a trabajar con grandes nombres de la gastronomía.
Aunque no proviene de una familia de cocineros, Alejandro recuerda con cariño a su abuela Amparo, quien trabajó como cocinera en una casa en Valencia: “Ella era la única cocinera en mi familia. Muchas veces le he pedido a mi madre que me recuerde las recetas de mi abuela, y alguna que otra las he aplicado en mi cocina”.
La trayectoria de Alejandro lo llevó a lugares icónicos como La Finca con Susi Díaz, el Museo Guggenheim o Azurmendi, en el País Vasco. Sin embargo, las circunstancias lo devolvieron a Yecla en 2016, cuando comenzó en Barahonda como jefe de partida. En 2020, asumió el mando como jefe de cocina en pleno inicio de la pandemia, lo que define como un “aprendizaje forzado”.
Hoy, Alejandro lidera un equipo joven y dinámico, trabajando en una cocina en constante evolución: “Hacemos lo que nos gusta y con lo que nos divertimos. Nos hemos enfocado en el terreno, lo que nos rodea y, desde el año pasado, nuestro menú se ha convertido en el más murciano que hemos hecho hasta la fecha. Es un poco volver a lo que es lo nuestro, nuestra tierra”.
El menú: un homenaje a la tierra
La propuesta culinaria de Barahonda es un homenaje a la región. Alejandro ha convertido los productos de su propio huerto, ubicado en la finca familiar ‘La Castañona’, en los protagonistas de un menú que combina tradición y modernidad. Ingredientes como el tomate, la berenjena y la cebolla se transforman en platos que sorprenden, emocionan y cuentan la historia de su tierra.
El menú comienza con tres snacks que son un guiño a la cocina murciana: un cruasán de zarangollo, un taco crujiente de maíz con foie y miel local, y una tartaleta de tomate del huerto con una lasca de capellán. Entre los entrantes destaca una cebolla asada de su huerto, acompañada de esferas de queso Roano y una crema de masa madre. Para cerrar, un postre a base de berenjena y tupinambo desafía las expectativas y deleita a los comensales.
Crema de berenjena a la brasa con miel de Chinchilla, helado de tupinambo y caramelo de lías
Como parte integral de la experiencia, el vino es un protagonista en Barahonda. Inicialmente, la carta incluía exclusivamente vinos de la bodega, pero hoy cuenta con 150 referencias nacionales e internacionales. “Queremos que la gente venga a pasar el día: que haga una visita, una cata y luego suba al restaurante a comer”, explica Alejandro.
Para Alejandro, la mayor recompensa no son los premios, sino las emociones que provoca su cocina. Recuerda un momento especial: “Un comensal lloró al probar el plato de cebolla. Me impactó ver cómo algo tan simple, pero hecho con tanto cariño, puede tocar el corazón de alguien”.
Una cocina con identidad
Cuando se le pregunta por las exquisiteces de la Región de Murcia, menciona como productos favoritos, la cebolla, el cordero segureño, el chato murciano y los quesos de la región. “Es responsabilidad de los restaurantes destacar ingredientes autóctonos, sobre todo aquellos en peligro de extinción. Tenemos que enseñar a los comensales que nuestra tierra tiene productos extraordinarios”, concluye.
Bonito curado con escabeche de pimentón, encurtidos de la huerta y kale
Si pudiera cocinar para alguien, a Alejandro no le cabe duda que elegiría a su abuela Amparo. Aunque sabe que ella podría llamar “pijadas” a sus platos, también sabe que estaría orgullosa de ver cómo su nieto honra sus raíces y transforma algunos de los sabores de su infancia en experiencias gastronómicas inolvidables para quienes visitan Barahonda. En cada plato, Alejandro Ibáñez no sólo cocina; cuenta una historia que comienza entre viñedos y termina en el estómago y corazón de los comensales, como le pasó a aquel que probó ese plato de cebolla.
Tartaleta de tartar de tomate con capellán a la llama
TRAS EL DELANTAL
Plato favorito: Croquetas de pollo de mi madre
Un canción: Hermanita – ODDLIQUOR
Una serie o película: Serie ‘El mentalista’ y película ‘Siete Almas’
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